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Las emociones y el balance de vida

Trinidad Armenteros • may 20, 2015

Nuestro estado emocional condiciona nuestros pensamientos, si estamos tristes tenemos un pensamiento acuerdo con la tristeza; más pesimista, más reflexivo. Si estamos alegres, nuestros pensamientos son más positivos; más optimistas y creativos.​

También, a la hora de mirar lo que nos rodea, tendemos a seleccionar la información que se ajusta a nuestro estado emocional, así, según nos sentimos así vemos nuestro mundo. Nuestra mirada se fijará más en aspectos positivos cuando estamos alegres y en negativos cuando estamos tristes.

Nuestra memoria también se ve afectada por nuestro estado anímico. Lejos de ser un archivo aséptico de hechos, nuestra memoria está viva, nuestros recuerdos están influenciados por nuestras experiencias y creencias personales. Nuestra memoria se modifica según las motivaciones personales y el estado anímico en que nos encontramos en el momento de recuperarla. Así, si tenemos un humor positivo, será más fácil recuperar recuerdos que estén en consonancia con ese humor positivo y al contrario.

Con los años, vamos experimentando menos afectos negativos, damos más importancia a los hechos emocionalmente positivos y dedicamos más atención a los aspectos positivos de una experiencia que los negativos. Además, emocionalmente son más estables, ya no nos afectamos tanto internamente las emociones y tenemos un mejor control de las expresiones emocionales ante los demás.

Este estado emocional más estable e influenciado por una menor experimentación de emociones negativas, facilitaría un recuerdo más en positivo de nuestra historia vital, ayudando a hacer un mejor balance de lo que ha sido nuestra experiencia de vida.

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